Esta integración perfecta de los modos de transporte marítimo, aéreo, ferroviario y por carretera, mediante la combinación inteligente de las ventajas de cada uno, resolvió directamente la debilidad mortal de la logística tradicional unimodal: cuando un eslabón queda paralizado (por ejemplo, congestión portuaria o cierre de fronteras), la empresa puede conmutar dinámicamente las rutas de transporte para evitar interrupciones en la cadena de suministro que podrían costar millones de dólares diarios.
Su valor fundamental se refleja primero en la doble optimización de costos y tiempos: según datos prácticos del sector, el transporte multimodal puede reducir los costos logísticos totales entre un 15% y un 30%.
Las empresas pueden aprovechar la red de relevo “puerto + ferrocarril/carretera” para llegar eficientemente a zonas interiores o bases manufactureras remotas, eliminando por completo el problema del “último kilómetro paralizado"